A principios de año he tenido la oportunidad de visitar de nuevo Polonia.
La idea inicial era ir a los Montes Tatry, al sur del país, pero el súbito
cambio de temperaturas y la prohibición del gobierno de acceder a la zona
debido a las avalanchas que han generado varios fallecidos, nos han impedido
escalar los Tatry.
Sin embargo, Polonia ofrece más alternativas que montañas, así que con la
ayuda de una amiga local me he dedicado a visitar diferentes ciudades de
Polonia.
La llegada habitual en avión desde Barcelona se produce a Varsovia o a
Cracovia, sin embargo, en invierno, los vuelos a Cracovia son reducidos.
Así pues he llegado a Varsovia. El traslado entre el aeropuerto de Modlin y
el centro se hace fácil mediante un bus que tarda únicamente 40 minutos y te
deja delante de Palac Kultur.
El frio ya ha llegado al país, aunque con semanas de retraso, las
temperaturas indicadas se sitúan entre 3 y -10 C. Las calles están llenas de
nieve y el tráfico es complejo.
Sin embargo, el ambiente navideño no para, ni siquiera con las temperaturas
más bajas. Familias enteras salen durante la noche para pasear por el centro.
Todo el centro de Varsovia está decorado, la ciudad respira navidad, a pesar de
que hace unos días que estas fechas han pasado.
Desde el primer momento empiezo una de las actividades más fabulosas de
este viaje: “el turismo gastronómico”.
Visto desde España la gastronomía Polaca puede parecer burda, sin embargo,
a pesar de tratarse de una gastronomía popular, está sencillamente buenísima.
Con unos sabores gustosos y profundos. Los platos son sustanciosos, adecuados
para los duros días de invierno en un entorno rural. Entre estos platos se
encuentran diferentes sopas y caldos (como Zurek, la sopa de tomate, la sopa de
col y el bigos).
Los platos incluyen diferentes pescados (halibut, carpa, anguila entre
otros), acompañados con diferentes salsas o bien marinados. Son excepcionales.
Pero también se puede encontrar una refinada y contundente pastelería.
Y sobre todo no olvidemos los licores. Nunca, en ningún país de los que he
visitado proponen como una de las alternativas básicas del turismo, el licor.
He bebido todo tipo de licores, de todos gustos y formas. Es más, me han
propuesto una lista de licores que uno no debe dejar de probar[1]
- Zubrowka
- Orzechówka
- Krupnik
- Wisniowka
- ZoŁadkowa gorzka
- Warm wine
Los locales de copas y restaurantes que nos podemos encontrar en las
ciudades varian entre lo más kitch con diseño de los 70 (cuando Polonia aun
pertenecía a un entorno Comunista), como la cafetería Cukiernia Delicje en
Gdynia.
o restaurantes de lo más sofisticado como el Zurawina en Varsovia. Pero
donde uno realmente saborea la verdadera Polonia es en los diversos
restaurantes tradicionales como FishMarket en Gdansk.
Volviendo al turismo más tradicional, hay innumerables zonas a visitar. Yo solo puedo recomendar aquellas que me han parecido interesantes en esta segunda
corta visita.
En Varsovia,
el Palac Kultur, enorme edificio de la época de control soviético, regalo
de las autoridades soviéticas, se trata del edificio más alto de Varsovia. Con
un interior decorado en estilo soviético, con estructuras enormes que le hacen
parecer a uno un elemento diminuto, el edificio contiene un cine, diferentes
salas de reuniones y otras actividades y museos. En la parte más alta del
edificio, situado en la planta 30, hay una terraza cubierta en la que se puede
ver toda Varsovia.
Otras zonas visitadas son el museo Warsaw Rising Museum (Muzeum Powstania
Warszawskiego), el barrio de Praga, el casco antiguo de Varsovia (Stare Miasto)
con la Barbacana, la ciudad nueva (Rynek Nowego Miasta) y las calles Krakowskie
Przedmieście y Nowy Świat[2].
En Gdynia
Gdynia es una población que se encuentra muy cerca de Gdansk, y de hecho
junto con Sopot conforma una sola aglomeración.
Esta pequeña población, aunque muy turística para los polacos, no lo es
tanto para turistas internacionales. Se trata de una población al lado del mar Báltico,
y aprovecha esta proximidad para ofrecer una maravillosa estancia a los
visitantes.
A pesar de que en esta visita, las temperaturas en el Báltico han sido más
altas que en el centro de Polonia, no han pasado ningún día por encima de los 0
grados y había nieve por todos sitios, incluso la playa y partes del mar se
encontraban heladas.
Sin embargo el paseo por la playa del acantilado (Klif redłowski), hasta Molo
w Orłowie es una maravilla, incluso con la playa helada.
En esta zona del muelle es donde se celebra el festival de cine de Gdynia
(que los polacos llaman el Cannes polaco). Diversos palacios, ahora convertidos
en hoteles de lujo se sitúan a lo largo de la playa.
No olvidéis comer algún plato de pescado en un pequeño bar tradicional a la
salida del Mole. Nosotros paramos en uno que se llama Tawerna, y a pesar de ser
pequeño, los productos son muy buenos.
El casco antiguo de Gdynia es también digno de ser visitado. Pequeño, pero
muy atractivo.
Gdansk
Gdansk es una población portuaria, junto al mar Báltico, es reconocida en
el mundo entero, especialmente por ser la cuna de Lech Walesa entre otros
famosos. Antes de la segunda guerra mundial se trataba de una ciudad alemana
(cuna de Schopenhauer), pero paso a ser Polonia tras la ocupación rusa.
El casco antiguo de Gdansk es precioso.
Pasear por sus calles y en la cercanía del canal permite descubrir una
ciudad con influencias alemanas, rusas, polacas, flamencas.
Para otro momento dejare también la visita a Cracovia, ya que las
actividades a realizar en la zona son bastantes y no os quiero aburrir en este
post.
En definitiva, Polonia es un país de visita obligada para cualquier
europeo.
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