domingo, 4 de junio de 2017

Bordeaux y alrededores

Aprovechando unos días de vacaciones me acerco a Bordeaux.
Para llegar hay algunas compañías aéreas low cost hasta el aeropuerto.
Desde el aeropuerto y hacia el aeropuerto recomiendo el bus municipal numero 1. Tarda unos 45 minutos desde el aeropuerto a la ciudad y es económico. Para en diferentes lugares de la ciudad y tiene inicio y final en la estación de trenes, un lugar muy conveniente para bajarse.

La ciudad me sorprende positivamente desde el principio. Los franceses que conozco me dicen que hasta hace unos años la ciudad era decadente, triste y aburrida. Sin embargo en la actualidad no tiene nada que ver la ciudad con el pasado. 
Actualmente se trata de una ciudad moderna, luminosa y viva.
Lo que más me ha llamado la atención es el ambiente que hay en la calle, gente  tomando copas, hablando y paseando.


La ciudad, incluso no siendo festivo, está activa por la tarde. Personas de todas las edades van a pasear o a hacer deporte por el paseo que hay en el lateral del río.





  
En la ciudad es imprescindible visitar su barrio antiguo. Es una zona turística, pero su encanto es formidable. En ella se pueden localizar iglesias, edificios de diferentes épocas, mercados, restaurantes que no han cambiado desde hace muchos años, etc.


 




La ciudad de Bordeaux está evolucionando hacia la modernidad de manera muy inteligente. Mientras otras población atraen a multitudes de personas y crece de manera desorganizada, Bordeaux parece tener unas prioridades bastante claras.
Por un lado, recuperar barrios que estaban en proceso de abandono o deterioro como es el puerto o el barrio de Chartrons


Por otro lado, mejorando la movilidad y crecimiento sostenible de la ciudad, para lo que ha recurrido a una red de transportes eléctricos que conviven con el uso frecuente y ordenado de bicicletas en el interior de la ciudad.




Bordeaux está teniendo un role importante en el fomento de energías sostenibles y se siente la implicación del ciudadano y de la alcaldía en la conservación del medio ambiente y de la ciudad.


Uno no puede irse de la zona de Bordeaux sin probar uno de los productos que hacen famosa esta zona. 
Por un lado, la típica comida francesa. Lo siento es una de mis debilidades en los viajes, probar diferentes tipos de comida.





Por otro lado los vinos.
Y aunque no soy un especialista en vinos, nada mejor que la población de Saint-Émilion para saborearlos.
Saint-Émilion es un pequeño pueblo a unos 40 minutos en tren desde Bordeaux.
Es muy pintoresco y a pesar de que se ha convertido en un centro de peregrinaje turístico aún conserva su aspecto de hace centenar de años. Es altamente recomendada su visita.



 Y después de pasear un rato por el pueblo, es casi obligado tomarse un buen vino en alguna de las bodegas de la población.



Una vez visitada la zona de Bordeaux, porque no acercarse a las Landas. Las Landas en un área al lado del Atlántico, a poco más de una hora en tren desde Bordeaux.

Primero Biscarrosse, una preciosa población de la costa oeste. Al lado del lago sur. Es una zona tranquila, donde es fácil y produce gran placer pasear con bicicleta ya que hay varios entornos preparados para ello, como la vuelta a los lagos o la visita a la playa; o si se prefiere, se puede jugar al golf o navegar.



Y después Arcachón, población que da nombre al Bassin d’Arcachón, donde se crían algunas de las mejores ostras del país a la protección del Cap Ferret.


A parte de comer excelentes ostras, en la población se puede visitar la dune de Pilat, una enorme duna de arena a la vera del atlántico.



Me resultó curioso ver las enormes protecciones anti desembarco de la época de la segunda guerra mundial pero que no han podido soportar la fuerza de la naturaleza y del mar y han acabado arrastradas por el océano varios metros por encima de su ubicación inicial.





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