No fue posible llegar a la cima del Damavand.
La montaña con 5,600m parecía fácil pero fue inexpugnable… sin embargo esto me
motiva para acometer nuevos retos.
Damavand desde la
distancia con nubes en la cima
Me siento decepcionado. Si es cierto. A pesar
de entrenar para subir la cima del Damavand durante algunos meses, la falta de
tiempo para aclimatar en altura tuvo un impacto directo en el mal de altura que
estuve sufriendo tras pasar los 4,000 m.
Un fuerte dolor de cabeza, sien y ojos se apodero
de mí, y aunque físicamente me encontraba fuerte, cada pocos metros de subida
(varias decenas de pasos) tenía que parar porque mi cabeza parecía estallar.
Montamos la tienda en el campo base situado a 4,300 metros en torno a las 2 de la
tarde, y tras un breve descanso y un poco de comida y decidimos intentar
aplicar la técnica de aclimatar de subir un poco más alto de donde dormiríamos,
así que con una mochila con un poco de agua y chocolatinas, subimos hasta los
4,700 metros y bajamos de nuevo a los 4,300 del campo base. En ese momento, 2 de las 5 personas del
equipo estábamos sufriendo los efectos de la altura.
Damavand Base Camp
Instalando la tienda
Tan pronto como el sol empezaba a ocultarse
tras los picos de alrededor, la temperatura empezó a bajar en picado, de manera
que a la tienda a preparar algo para cenar e intentar ir a dormir pronto para
levantarnos temprano para subir al pico. En ese momento, posponía la decisión
de intentar subir al pico a la mañana siguiente, todo dependería de como
durmiera la noche y si conseguía recuperarme lo suficiente como para tener las
condiciones para subir.
Puesta de sol en
Campo Base
Lamentablemente
la noche fue horrible, apenas conseguí dormir un par de horas seguidas en una
tienda abarrotada, donde no nos podíamos ni mover, donde la reducción de oxígeno
y un dolor de cabeza bastante intenso hacía difícil dormir. Cuando el
despertador sonaba a las 4:30 am, no me pillaba por sorpresa, llevaba varias
horas despierto.
Efecto de la baja
presión
A pesar de lo mucho que me fastidiaba, de que
perdía una oportunidad excepcional para subir este pico y un pico de esta
altura, decidí no subir. Junto a mí se quedarían en la tienda otras dos
personas, en total 3 de 5 sufríamos el mal de altura.
Los dos héroes de nuestra expedición que no
sufrían mal de altura, Zeinab y Hossein, salían dirección al pico tras algunas
dudas, algo después de las 5 de la mañana. Unas 9 horas más tarde estaban de
vuelta. Valorar el trabajo realizado por Zeinab que el mismo día se chafo un
dedo y posiblemente lo tenía fisurado. Hossein hizo un trabajo genial a pesar
de su falta de entrenamiento.
Zeinab y Hossein
rodeados por aire sulfuroso en la cima del Damavand
En el camino a la cima tuvieron que pasar por
un largo y frio camino, dejando la cascada helada en torno a los 5,000, así
como sufrir las emanaciones de sulfuro que se generan cerca del cráter del
volcán y el viento que soplaba cerca de
la cima en los últimos 300 o 400 metros.
Cascada helada
De vuelta nos explicaban la dureza del camino
y nos presentaban algunas fotos del mismo.
Tras darles un rato para descansar y comer,
se decidió bajar lo más rápido posible, ya que poco después del medio día el
tiempo empeoro, las nubes empezaban a cubrir todo el cielo, se comentaba que
pronto empezaría a llover y nadie quería estar en el campo base para
descubrirlo. Hubo una desbandada y todo el mundo empezó a dejar el campo base.
Por encima de las
nubes. Una cascada de nubes.
La bajada se complicó poco a poco por la
densa niebla que cubría el camino y al final apenas se veían unos 10 metros
delante de nosotros, afortunadamente el camino era muy claro y no hubo
problemas. Una vez en el coche, la niebla nos acompañó por más de una hora, y
apenas se veía, con lo que hubo que ir muy muy despacio.
Bajada entre la
densa niebla.
Al llegar al hotel, a pesar de la terrible decepción
de no haber podido ni siquiera intentar la cima, me siento enormemente contento
por haber tomado la decisión racional de no subir, ya que hubiera retrasado a
mis compañeros y puesto en riesgo mi salud, y muy humilde por la lección aprendida de la
situación.
En la montaña no importa lo fuerte que te
encuentres o lo mucho que hayas entrenado ya que somos minúsculos elementos comparados con la
madre naturaleza. Un segundo puede cambiarlo todo y hemos de tomar con humildad
las opciones o contratiempos que ésta nos da.
Esto me motiva a voy a seguir poniéndome
retos para conseguirlos y si hay posibilidad, volver a intentar subir el pico
de Damavand. La montaña seguirá ahí por años.
Me gustaría dedicar este post a una persona
con la que he compartido muchas salidas a la montaña y que ahora esa pasando un
mal momento. Espero su pronta recuperación.
“Encontramos la
humildad en la presencia de las fuerzas impredecibles de la montaña”. K2, Heidi
Howkins
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